“Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado” (Francis Scott Fitgerald, El gran Gatsby).
Y así vamos adelante… Náufragos ansiosos buscando un asidero, luchando infructuosamente contra la adversidad. Indagando en búsqueda del perfecto toque mágico. Empeñados en una lucha diaria; obcecados con que los libros no duerman en los estantes de la biblioteca (condenados a un perenne e insufrible ostracismo). Leer en el aula, en la biblioteca, en casa (acostados en un sofá, arropados en una manta, tendidos en la alfombra del suelo): ¿acabará siendo un espejismo del pasado? La lectura debería ser un placer (un gozo misterioso, arrobador y adictivo), no (nunca, jamás) una imposición intransigente. Si los datos no fallan nuestros jóvenes miran con relativa indiferencia la lectura como disfrute. Estamos llamados, entonces, a replantearnos qué es lo que sucede, sin desánimo. Hay que buscar nuevas fórmulas para que los alumnos retornen a la hoja escrita. Creo que para empezar es necesaria, en principio, una única herramienta: convicción.
El fin de este artículo no es, con todo, desmigajar este tipo de filosofías vitales, cargas abrumadoras para muchos profesores (no sólo de Lengua: fuera tópicos). Las siguientes líneas deben presentar un proyecto de fomento de la lectura, “El día que descubrí tu secreto”, con el que el IES JÁLAMA ha procurado (y procura, y sigue procurando) incentivar la lectura entre su alumnado. Tarea quimérica o no (no lo sé), lo que sí me resulta evidente es que es posible (muy posible); otra cosa es que sea llevadero o cómodo. Pero nadie se debe llegar a engaño: la educación puede ser calificada con diversos adjetivos (apasionante, diversa, cambiante, agotadora, compleja, enriquecedora…) pero desde luego no con la palabra “cómoda”.El proyecto “El día que descubrí tu secreto” consta de varias actividades que han crecido hasta entrelazarse y confundirse. El origen de todo ello fueron dos pilares: la página web del centro (www.iesjalama.org), que pretende convertirse en pedestal de las actividades culturales de nuestra comunidad educativa, y las “Jornadas Temáticas”, ciclos de lectura que parte del profesorado del centro está desarrollando en las aulas. En este caso, como en todos los que citamos en el presente artículo, remitimos (para más información) a la página web del “Observatorio de la lectura de Extremadura”, donde figura el proyecto completo, además de nuestra propia página web.
Las “Jornadas temáticas” han sido el germen iniciático de un conjunto de actividades: talleres literarios, exposiciones (y maratones) que conmemoran el centenario de El Quijote, fomento de la cultura popular (refranes y acertijos, sobre todo), lecturas para alumnos extranjeros (nuestro instituto recibe alumnos de Francia e Irlanda), etc.
Con las “Jornadas temáticas” propusimos, mensualmente, una corriente, temática o género diferente a nuestros alumnos. Empezamos con los relatos de terror; a partir de ahí llevamos a cabo talleres literarios. Lo fundamental, en tareas de esta índole, es ofertarles todo tipo de textos, enseñándoles a descubrir las posibilidades que ofrece la lectura. Leer no es una imposición, una exigencia o un mandato. La lectura implica emprender un viaje; disfrutar, soñar, imaginar. Hay que enganchar a los jóvenes. Si un texto no les gusta, otras muchas posibilidades pueden ser presentadas. En nuestro primer viaje, los grupos de alumnos que participaban en las jornadas han tenido la oportunidad de conocer parte de los textos que integran el universo gótico. Han leído fragmentos muy diversos, y entre todos hemos seleccionado la base de nuestro taller literario: Poe, Lovecraft, Bécquer, Wilde… Tras su lectura en el aula y la biblioteca debatimos cuáles son los “ingredientes literarios” comunes a todos: un cementerio, un cuervo en el salón, una rata en la bandeja… Y esos ingredientes, convenientemente agitados, germinaron en relatos de nuestros alumnos, deseosos de alcanzar un objetivo común: la noche más siniestra (es decir, el relato más oscuro, tétrico y genuinamente gótico).
Después de esta experiencia (que continúa) hemos promovido una serie de actividades que tienen como centro neurálgico nuestra biblioteca. Con motivo del Centenario del Quijote hemos desarrollado a partir del texto un ciclo de debates, con temas tan diversos como la libertad de la mujer (pensemos en Marcela), los derechos de las minorías (Ricote, Lela María…), el papel de la justicia en nuestra sociedad (los galeotes, o Sancho como juez en su tan ansiada ínsula), la censura (recordemos el “donoso escrutinio”)… Hemos trabajado con fragmentos del texto en el aula, lo que dio lugar a un Quijote colectivo: una exposición con reflexiones, ilustraciones…, de alumnos que han leído la obra. Además, hemos distribuido separatas con fragmentos representativos del texto para alumnos más jóvenes. Como colofón, la página web posee un pequeño portal con información relativa a estas actividades.El fomento de la lectura es un camino infatigable. Una actividad apasionante que requiere muchísimos esfuerzos aunados. La clave, creemos, radica en la variedad: actividades diferentes, nuevas, tan diversas que nuestros jóvenes tendrán la posibilidad de elegir. Y, todo ello, con vocación de futuro y mentes abiertas. Así, nuestro centro recibe además alumnos extranjeros, procedentes de los intercambios con Francia e Irlanda. Para ellos hemos desarrollado actividades de iniciación a la lectura de textos españoles, a través del programa informático “Imagen, sonido, palabra”, que combina tres elementos: lectura en voz alta, música e imagen de fondo.Al mismo tiempo, con la colaboración de los alumnos de cultura extremeña, hemos fomentado la lectura de textos populares, para lo que han sido recogidos refranes y acertijos de la Sierra de Gata. Todos ellos figuran en el programa informático “Acertijero y refranero popular de la Sierra de Gata”, depositado en la biblioteca, donde se realizan actividades para su conocimiento y uso.Todas estas iniciativas, cuyo punto de arranque es la biblioteca, pretenden convertir sus instalaciones en un lugar dinámico, sugestivo, abierto, plural; un espacio vivo para el debate, la creación y la opinión. Por todo ello, nuestro proyecto cuenta como apoyo fundamental con dos programas multimedia de elaboración propia destinados a nuestra comunidad: “La biblioteca escolar del IES JÁLAMA”, donde se describen las características fundamentales y las peculiaridades de dichas instalaciones; y “La biblioteca virtual del IES JÁLAMA”, un programa de presentación de la sección BIBLIOTECA de nuestra web, que incluye textos que estamos trabajando en el aula, de diverso tipo: narrativos, poéticos, teatrales, filosóficos, religiosos o históricos.Las actividades que acabamos de citar forman parte, como decía antes, de un proyecto mucho más amplio, que se puede consultar en la página del “Observatorio de la lectura de Extremadura”. Más que la descripción detallada de dicho proyecto (que pecaría de redundante) creo más provechoso y útil realizar una última reflexión “en voz alta”, humilde catarsis expiatoria:
Una biblioteca cerrada es un cementerio de papel, una losa de hojas muertas. ¿Por qué en muchos centros no se abren? Sabemos que la mayoría de ellos no disponen de un bibliotecario dedicado exclusivamente a esa tarea. La lucha prosigue; mientras tanto, ¿no deberíamos arrimar todos el hombro?Partimos del supuesto de que “los alumnos no leen”, “no les gusta”, “no les interesa”. ¿Nos hemos molestado, acaso, en intentar comprobarlo (con cierto empeño) y, de ser así, en tratar de cambiarlo?
Que lean, que lean… Sea lo que sea, pero que lean.Un día se aburrirán, bostezarán, se quejarán incluso. Pero jugamos con ventaja: cada texto es único, diferente.
Hay que crear un hábito y sobre todo ofertar, ofrecer todo tipo de lecturas. Seamos asesores que presentan un buen producto.Leer es reflexionar, discutir y compartir. Después de leer, debemos invitarlos a escribir sobre lo que han leído.
Partimos a veces de la creencia de que estamos ante batallas perdidas. Aletargados en una caperuza de resignación aducimos argumentos que con el tiempo llegan a sonar peregrinos. El fomento de la lectura no es tarea fácil. Como si la vida fuese fácil.
Y concluyo con una metafísica máxima para inculcar: si nos quitan el libro nos roban inteligencia (e independencia). O tal vez: si nos quitan la palabra nos arrancan el pensamiento (siempre lo he dicho: si me falta la hoja me atemoriza la temeridad de los otros). Sin ambición, ni imaginación, ni inventiva, ni curiosidad, ni empeño, ni asombro, ni extrañeza… ¿qué queda?
Una biblioteca inaccesible es como un gran muladar de letras malogradas y tesoros caducos y hueros. Una biblioteca cerrada con llave, ¿no es acaso lo mismo que nada? Como caminar en el desierto, fatigados y sedientos, sin esperanza alguna de encontrar un manantial.
Perdonen, señores, que guarde ahora silencio…
PD: no se olviden, con todo, de visitar el proyecto “El día que descubrí tu secreto” en la página del “Observatorio de la lectura”.