En primer lugar debo confesar que leo menos de lo que quisiera. El ajedrez y mis estudios de Historia, donde “tengo que leer” obligadamente –el ajedrez también se estudia- me excusan de la lectura voluntaria, pero aún así, afortunadamente me queda algo de tiempo para la lectura, aunque vuelvo a repetir, creo que debería leer más.
Me gusta mucho el historiador británico Anthony Beevor: “Stalingrado” o “Berlín, la caída”, son dos libros apasionantes que recomiendo a todos. Beevor se mete de lleno en dos acontecimientos absolutamente espeluznantes pero también tremendamente épicos de la Segunda Guerra Mundial, la batalla más cruenta quizás de la historia, el sitio de Stalingrado, y la resistencia de Berlín en los últimos días de esta misma guerra. Lo más llamativo de Beevor es que es capaz de conjugar una visión global y estratégica de estas batallas con las historias cotidianas y tremendamente reales de los soldados en el frente o de la población civil. Son libros que además ayudan a reflexionar sobre la condición humana y cómo reaccionan los hombres en los momentos más terribles que se pueda imaginar.
Me gusta todo lo que escribe Arturo Pérez Reverte: “Corsarios de Levante”, de la serie de Alatriste, es lo último que he leído de él. Me gusta porque escribe sin complejos y a contracorriente, y aún así, sus historias gustan y se venden, de lo cual me alegro. –Porque ahora que yo también escribo libros, he llegado a comprender que es importante por muchos motivos que te lean, y quizás el motivo de que se interesen por lo que has hecho no es el motivo menos importante-.
He leído recientemente un libro que me ha apasionado, “Arthur and George”. Es del inglés Julian Barnes, y basado en una historia real, ha conseguido que admire un poco más a un escritor al que siempre he venerado, el creador de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle. Descubrí hace poco un libro extraño, de la Editorial Afluentes, que me ha hecho recapacitar mucho, y es el libro de una profesora norteamericana, Rebecca Pawel, y que se llama “Muerte de un nacional”. Es una novela ambientada en los últimos días de la guerra civil española y que me sorprendió desde un principio por lo real y vigente de la historia.
Me gusta la nueva literatura policiaca, sobre todo la europea: Donna Leon y Henning Mankell, con sus inspectores Wallander y Brunetti me entretienen y me relajan. Aunque se puede considerar literatura de evasión, son novelas muy comprometidas. Y por último, me gusta mucho el libro de mi “compañero de aventuras literarias” –porque ha colaborado conmigo en el libro que he publicado “Ajedrez a tu alcance”- Juan Antonio Montero. Escribió hace poco en Editorial Chessy un libro que es de ajedrez pero que no lo es, como le gusta decir a él: “El libro de las frases de ajedrez”. Es un libro curioso, porque aunque está estructurado a base de frases que tienen que ver con el ajedrez, al final es un libro que se convierte en una especie de manual de autoayuda o incluso en un pequeño librito de filosofía muy útil.
Me considero un poco un producto de la era de las nuevas tecnologías y de la sociedad de la “mucha información”. Leer, más que ayudarte a estar informado, te ayuda a pensar, y por eso creo que por mucho que se lea, siempre se leerá poco, como es mi caso.