Nadie es capaz de satisfacer todas sus necesidades con sus propios
medios. Partiendo de esta premisa podemos afirmar que la existencia
de una colaboración, en este caso entre bibliotecas escolares
y bibliotecas públicas, se hace imprescindible y necesaria.
Veamos para qué.
Las bibliotecas escolares a veces se suelen asociar con espacios
habilitados sólo para el estudio o la realización
de los deberes escolares. También como aquel lugar donde
se debe “cumplir condena” por no haber hecho las tareas
a tiempo o no haberse portado del todo bien en clase. Pero las
bibliotecas escolares no sólo son salas con mesas y sillas
para empollar, son diamantes en bruto que pueden ofrecer todo
tipo de recursos para el ocio, la información o la formación.
Se supone que todo esto ya lo sabemos y, por tanto, la pregunta
clave sería cómo conseguir que una biblioteca escolar
tenga vida y funcione como un verdadero centro de recursos. Es
verdad que por sí sola ninguna biblioteca puede difundir
su potencial. Es necesaria una mano amiga que empuje y difunda
lo que contiene esa biblioteca, lo que es y lo que puede llegar
a ser.
Estas manos amigas son, en la mayoría de los caso sˇ (para
qué nos vamos a engañar) los profesores voluntariosˇ
y entusiastas que se lanzan a la aventura de crear yˇ fomentar
el uso de la biblioteca de su centro. Generalmente son varios
profesores que se dedican algunas horas a la semana, por desgracia
no muchas, a esta labor.
Todo parece ser laborioso pero no muy complicado. Hasta que no
se comienza la faena en este mundo totalmente nuevo para los docentes,
y se comprueba que existen muchas lagunas, no apreciamos los muchos
conocimientos, sobre técnicas básicas bibliotecarias
que son necesarias para poder empezar. Es entonces cuando se puede
echar mano de la colaboración con la biblioteca pública
con el fin de solicitar asesoramiento técnico y algunas
pautas imprescindibles para iniciar ese trabajo. Desde la biblioteca
pública, el bibliotecario o bibliotecaria muy raras veces
se negará a ayudar y a extender su mano amiga (en estos
casos también voluntariamente) a los noveles profesores-bibliotecarios.
Se trata de información sobre cómo se deben registrar
los materiales, qué es y cómo se colocan los tejuelos,
qué es una signatura topográfica, cómo se
ordenan los libros en las estanterías, cómo se informatizan
los fondos...
Pero no sólo la biblioteca pública puede colaborar.
Desde los Centros de Profesores y Recursos también se trabaja
bastante en este sentido ofreciendo cursos a los docentes sobre
organización, gestión y animación de una
biblioteca escolar.
Una vez que se tiene la biblioteca organizada es preciso dinamizarla.
De nada sirve un almacén de libros correctamente organizados
y ordenados en las estanterías si no se hace uso de ellos,
si no se leen, si no se rompen gracias al constante manejo por
parte de los usuarios. Habría que llevar a cabo actividades
de dinamización de la biblioteca con la idea de darla a
conocer como un lugar acogedor y clave para el fomento de la lectura.
En este sentido habría que señalar que los centros
educativos poseen ciertas ventajas sobre las bibliotecas públicas.
En los colegios y en los institutos están todos los posibles
usuarios de la biblioteca, y además todos los días.
Esto hace que a la hora de organizar alguna actividad se pueda
garantizar la asistencia plena de un número determinado
de potenciales usuarios y lectores de la biblioteca.
Por el contrario, a la biblioteca pública sólo asisten
algunos voluntariamente. Además, desde la biblioteca pública
se debe realizar una labor de difusión y promoción
exterior de su oferta para que los usuarios acudan a ella.
Por otra parte, en los centros educativos los usuarios de la biblioteca
pueden ser grupos homogéneos, alumnos de un mismo curso,
por ejemplo. En la biblioteca pública, que sirve a toda
una comunidad, habría que “seleccionar” no
sólo las estrategias de animación a la lectura sino
también las edades de los usuarios a quienes van dirigidas.
Y una fuente de reclutamiento de posibles participantes es, cómo
no, el centro educativo.
La ventaja de la biblioteca pública es que no exige nada
a cambio de la lectura de un libro, no evalúa y, por tanto,
se desescolariza el libro.
Entonces, y habiendo comprobado que todos nos necesitamos, ¿por
qué no colaborar unos y otros? ¿Y cómo? Pues
de varias maneras.
Además del asesoramiento técnico indicado más
arriba y de las superconocidas visitas guiadas o excursiones de
alumnos a la biblioteca pública para conocer su funcionamiento,
su organización y sus fondos –que deben servir como
complemento a lo que la biblioteca de su centro les proporciona-,
se pueden realizar estrategias de fomento de la lectura en la
propia biblioteca pública. Para ello es necesario ponerse
de acuerdo con los profesores para concretar hora y día.
Por supuesto, todo el material utilizado en esa actividad se puede
prestar al colegio o instituto para que en su biblioteca pueda
realizarse con otro grupo de alumnos. Así se rentabilizan
los recursos y se ahorra tiempo, trabajo y dinero.
Otra manera de colaborar y rentabilizar recursos es organizar
estas actividades de forma conjunta. ¿De qué serviría
que la biblioteca escolar o la biblioteca pública organizase
actividades a veces muy costosas y cada una por su lado?. Si se
quiere contar con la presencia del autor de un libro, por ejemplo,
qué mejor manera de hacerlo que colaborando con los centros
educativos para asegurar la asistencia de los alumnos y la lectura
previa de la obra que ese autor viene a presentar.
Y cómo no, también pueden los profesionales de la
biblioteca pública llevar a cabo actividades en los propios
centros. Ya sabemos que en la variedad está el gusto y
por tanto el que vengan “de fuera” del colegio a contar
una historia o a presentar de forma amena libros de temática
atractiva, por poner dos ejemplos, puede surtir un mayor efecto
entre los alumnos.
Con todo ello se puede lograr mejorar la imagen de la biblioteca
escolar, y también de la pública, como centros
de socialización, atractivos lugares de encuentro y espacios
donde todos se pueden sentir partícipes y protagonistas.
Sólo hay que querer...